Loading

martes, 17 de abril de 2012

Los padres, el niño con problemas y el psicoanalista - Mariam Martín Ramos


Lecturas Críticas 4 – Hacia el Forum de Sevilla

Los padres, el niño con problemas y el psicoanalista

Mariam Martín Ramos - Psicoanalista- Madrid

El pasado 3 de marzo pude asistir a la primera reunión de debate sobre el próximo Forum de Sevilla. Las aportaciones particulares que los colegas han puesto en marcha en las distintas instituciones y distintos lugares de nuestra geografía donde trabajan, permitieron mantener un renovado entusiasmo porque, en cada lugar, aquellos que nos orientamos por el discurso analítico damos muestras de consentir, de promover formas dúctiles, casi diría de invenciones para que allí donde se ejerce el poder de las prácticas de control, éste quede minimizado, quede incluso desmantelado y dé lugar a un espacio de subjetividad.

Lo debatido, mi propia práctica, que con padres de niños autistas es de acompañamiento y sostenimiento durante el tratamiento de sus hijos y las lecturas, me decidieron aceptar la invitación de poder entregar algunos comentarios para este continuo trabajo de elaboración previo al Foro de Sevilla que la comunidad analítica realiza.

Es cierto que se nos hace cada vez más patente que los síntomas o las formas actuales de los síntomas quieren ser tratadas desde una perspectiva social más que subjetiva. Se quiere así obviar cualquier determinación subjetiva, inconsciente, del padecimiento con el que cualquier ser hablante se presenta. Desde esa perspectiva, se entiende bien que los tratamientos del síntoma no son, en realidad, más que formas de control que provienen del lugar del Otro social, del Otro del Estado porque el síntoma deviene, entonces, un problema de orden social o, como formula J.A. Miller, de orden público.

El discurso de la evaluación, los protocolos de actuación, los manuales de buenas prácticas, la construcción estadística de los síntomas, los cuestionarios y tests del comportamiento y de conducta, la lógica de la eficacia y rentabilidad, son los recursos con los que estas prácticas de control se ponen en marcha. A partir de aquí, las formas de intervención están abocadas a la cronificación del síntoma, fijándolo en categorías monosintomáticas, a su medicalización transformándolo en un trastorno del organismo o a la judicialización del síntoma con ordenamientos judiciales preventivos frente a la violencia de genero o cambios de las leyes de responsabilidad del menor en la violencia social, por citar sólo algunos.
Del lado del sujeto, lo importante es que queda des-responsabilizado en relación con aquello que le sucede, con respecto a lo que padece, imposibilitado a producir un saber sobre lo que le pasa y abocado a soportar el empuje acéfalo de la pulsión, la desregulación del goce, y sus derivas de la culpa o la victimización.

Frente a este modo imperante de tratamiento del malestar en la civilización, el papel de los profesionales cuya actuación tiene un impacto directo sobre la sociedad es fundamental, pues o bien producen actuaciones para dejar abierto el espacio de la subjetividad o ellos mismos se convierten en transmisores activos e incluso pasivos de estos modos de control.

En este sentido, en la actualidad, somos testigos de que dentro de distintos colectivos surge de manera más fuerte la alerta, la llamada de atención frente a la pérdida de su función, denunciando la imposibilidad de producir un acto informativo, un acto médico, un acto pedagógico o un acto jurídico.
Por otro lado, me preguntaba ¿cuál es la posición de los padres respecto de estas prácticas de control en el tratamiento del síntoma? Más aún cuando el síntoma se refiere a las formas más radicales de padecimiento, como en el caso del las psicosis y el autismo y en donde el protocolo de actuación y la pauta está mucho más presente.

Tomando sólo una vertiente de este aspecto complejo, el hecho de que, en los padres de niños autistas con los que trabajaba, el saber estuviera del lado del profesional con su diagnostico, sus protocolos y sus pautas, les impedía la elaboración de un saber sobre su propio hijo con una incidencia en la imposibilidad de poder decidir ahí donde la pauta recibida no funcionaba.

Poder abrir un espacio regular para poder hablar de las preocupaciones del día a día con sus hijos autistas, les permitió la abertura a su propio discurso, un discurso en el que pueden sostener sus propias decisiones aún a riesgo de darse cuenta de que tampoco funcionan. Poder reconocer que no se trata de soluciones cerradas, sino de ir construyendo, poco a poco, soluciones que siempre quedarán descompletadas y poder soportar ese modo descompletado sin el miedo a creer que no saben, a que no están haciendo lo mejor ni a sentirse culpables. Esta ha sido la apuesta, pues sin esta posibilidad de un lugar para hacer surgir la dimensión de sujeto de los padres, sus posiciones dentro del tratamiento de sus hijos, sin saberlo, podrían hacerlos participes de estas técnicas y mecanismos del control proveniente del otro social.

Por tanto, la forclusión de la dimensión de sujeto que promueve el discurso de la evaluación atañe tanto a los profesionales como a aquellos que nos vienen a consultar. Del lado de los profesionales, que realizan su labor en los distintos ámbitos sociales, se les impide realizar su función, es la manera que tiene de arrollar este discurso y del lado el psicoanalista que es el que sostiene de manera más radical el surgimiento y el sostenimiento de la dimensión de sujeto, en el caso de los niños con graves dolencias, promover la dimensión de sujeto de los padres ha sido fundamental para producir una apertura a la dimensión de sujeto de sus hijos.

Y es por eso que el Forum de Sevilla es una cuestión que nos concierne a todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario