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martes, 17 de abril de 2012

Muchachos que hablan desde su singularidad - Rosa Godínez.


Lecturas Críticas 6 - Hacia el Forum de Sevilla

MUCHACHOS QUE HABLAN DESDE SU SINGULARIDAD 

Rosa Godínez.

Escribiendo algunas notas previas en relación al Foro La infancia bajo control que se celebrará en Sevilla, me encuentro con el acontecimiento de otra celebración: la presentación ayer martes 3 de abril en Barcelona del documental “Unes altres veus” de nuestro colega y amigo, Iván Ruíz

Esta presentación da un giro al escrito que estaba confeccionando para las Lecturas críticas. Aunque no-todo.

Una vez que la mirada del psicoanálisis ha logrado atravesar la pantalla, de la buena manera, ha producido un contenido discursivo que llega a la red social y ha plasmado una imagen, a mi parecer de una excelente calidad artística, nos queda no sólo dar la enhorabuena a los productores y actores de este especial film, si no también continuar con nuestra particular tarea como psicoanalistas. Sostener y transmitir el nudo entre clínica y política.

Ayer en la calle tomada por familiares, amigos y amantes del psicoanálisis, me ocurrió algo inesperado. Fue el encuentro con algunos, no anónimos. Antes de la entrada al cine, me acerqué a una pareja de padres de un niño púber (autista) que atiendo desde una institución pública. La madre no sabía si saludarme o no. No quería molestar. Sabíamos, sin decirlo,  que ahí los que estábamos, lo hacíamos en calidad de espectadores expectantes, de acompañantes de nuestros colegas de l´Associació Teadir, y sobre todo estábamos ahí, sencillamente y complicadamente, como SUJETOS. Por tanto, algo nos unía. De esta manera, la mujer me presentó a su marido, padre de mi paciente. Al que, a pesar del tiempo transcurrido en alojar y escuchar a su hijo, aún no había conocido. Este evento pues nos acercó. Y allí, en ese lugar y en ese momento, escuché al padre hablándome de su hijo. La transferencia en juego, siempre se ha de mantener y cuidar. Dado el escenario del acontecimiento no era fácil manejarse, puesto que los afectos estaban en juego. Pero, en definitiva, estábamos todos en calidad de hombres y mujeres acarreando cada uno su síntoma.

Como decían los colegas psicoanalistas en el documental, cada sujeto inventa su manera particular para manejarse en el mundo. Y no hay una única manera, por fortuna. Hay la singularidad de cada uno. En el mundo del autista, esta singularidad es absoluta, radical.

El otro encuentro fue con el chaval protagonista del documental. Me acerqué a él, con tiento, y me presenté. Sus palabras y su posición de amabilidad eran muy asombrosas, dedicándole al Otro un tiempo particular para contar –por supuesto a su manera- la alegría del momento. Entonces, una pregunta por mi parte, ¿un lapsus? produjo una conversación particular; en el punto en que cada uno soporta su propio autismo. ¿Qué tal, cómo lo llevamos?, en lugar de ¿Qué tal, cómo lo llevas? Ante el asombro de los dos, conseguí precisarle que me refería al bullicio, al lugar atestado de gente que obligaba al sujeto a estar por unos y otros. En fin, a la cuestión del lazo social. ¡Ah, bueno, muy bien, estoy muy contento!, espetó jubiloso. “Lo malo es que quizá no puedo parar de hablar”. “No te preocupes - le digo- esto y otras cosas nos pasan a todos”. Nos despedimos desde una cercanía singular, la que se produce entre quienes captan que hay un deseo en juego.

Me di cuenta que en la escena se jugaba también la cuestión que me encamina hacia el Fórum-Sevilla. Esto es, acercar a los otros la experiencia con los chavales cuya singularidad es extrema. ¿Qué ocurre sino con la angustia generalizada y desencadenada en el otro, véase el cuerpo del profesorado actual, el de los padres también, que miran fascinados la clínica del actuar de estos muchachos?. Este es un fenómeno diferente al del autismo por el ruido social que se genera, pero no tan distanciado, puesto que el niño o el joven actuador se encierra, y de manera muy complicada, en su goce autístico.

Como transmite Daniel Pennac en su libro: Mal de escuela, pasar por la experiencia, si de ello el sujeto saca un provecho, te habilita para poder saber hacer allí :”De modo que yo era un mal alumno. Cada anochecer de mi infancia, regresaba a casa perseguido por la escuela. Mis boletines hablaban de la reprobación de mis maestros. (…) …llevaba a casa unos resultados tan lamentables que no eran compensados por la música, ni por el deporte, ni, en definitiva, por actividad extraescolar alguna.(…) Y yo no comprendía”(p.17).

Fue por el deseo del sujeto, a través del deseo del Otro como señala Lacan, que Daniel se hizo profesor de instituto y escritor. Debemos pues, decirles a nuestros jóvenes que siempre hay la posibilidad de un porvenir.

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